lunes, 25 de agosto de 2014

Sociedad libre

Una sociedad libre, en la que las personas deciden sobre sí mismas y sus pertenencias, se realizan intercambios voluntarios y beneficiosos, se tienen instituciones para regular la violencia asistemática y se enfocan las necesidades como oportunidades, no existe ni se tiene constancia de que haya existido jamás.












Una sociedad hegemónica, en la que la libertad consiste en poder hacer a costa de otros, en la que se intervienen las relaciones contractuales, en la que la violencia es sistemática y asistemática, con un reglamento de aplicación coactiva y subordinada, en la que se ahoga la creación de riqueza y su distribución es ideológica, es una sociedad estándar.







Los liberales, todos, los que abogan por un control del estado o incluso por el minarquismo, ignorando la naturaleza expansiva y acaparadora del estado, los que abogan por la anarquía, imaginando un mundo de valientes, y los que quisieran más libertad sin más criterio, todos, compartimos que nos hemos realizado las mismas preguntas: por qué acepto que me coaccionen, por qué vivo en una sociedad con violencia sistémica, por qué la justicia es vidente, por qué no se me respeta mi propiedad, por qué financio a mis opresores y mantengo parásitos que me odian, por qué acepto que se empobrezca inexorablemente la sociedad...


Ningún liberal puede convencer a los coaccionadores, y a sus beneficiarios, de nada, pero podemos animar a que estas preguntas sean públicas y pertinentes, pues solo el hacerlas ya es un acto libertario.









Ser sensibles a la coacción nos mueve a acatar y a buscar ayuda.
Renunciamos a la violencia, no a la victoria.

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