jueves, 30 de octubre de 2014

El panorama

La imposibilidad del socialismo está científicamente demostrada y no refutada desde hace más de un siglo, además de comprobada empíricamente a diario desde hace un tiempo similar.


El Estado se justifica mediante la atribución de una violencia sistemática y monopolística como mal menor, atribución ética y moralmente inconsistente.


El Capitalismo intervenido es una aleación de estas imposibilidad e injusticia con una prosperidad parcial que mantiene a los ciudadanos como tributarios expropiados, subsidiados o beneficiarios del presupuesto, o todo a la vez.


Las promesas de seguridad y de igualdad son reclamos de éxito democrático que saben disimular la violencia sistemática, el expolio y el cepo a la prosperidad.


Soy libre en mi mente pero no soy libre de tributar y no soy libre para disponer de la mitad de mis ingresos. Con mis ingresos expropiados de sustenta una estructura que ejerce violencia contra mí, que gestiona mal mi dinero y que paga corruptelas, empobreciéndonos a todos, lo que justifica renovadas promesas de seguridad e igualdad.


Este panorama no va a cambiar en breve pero pienso que conviene sobrevivirlo con cierta lucidez.