Los individuos y colectivos acatan lo ordenado por el Estado por miedo a las armas, a los cerrojos y a la migración.
Los individuos votan, legitimando la coacción, indicando el sentido en el que prefieren que se ejerza y asumiendo la ficción de la capacidad de representación de intereses futuros.
Los colectivos ofrecen dinero o votos al Estado para que les subvencione, privilegie o coaccione a otros.
Desde la no coacción a los demás, uno es un individuo que tributa al Estado y cumple sus leyes por miedo a las armas, los cerrojos y la migración a otro Estado.
Desde la coacción a los demás uno es un votante y parte de un colectivo que vive del dinero que el Estado saca de los tributarios o que obtiene alguna prebenda del Estado a costa de otros colectivos.