miércoles, 20 de mayo de 2015

Manual de crisis humanitarias.

Ante una crisis humanitaria ( idiotez que confunde la necesidad de caridad con la falta de la misma ), todo Estado tira de manual.

1º No indagar en las causas por si acaso.

2º Crear una comisión para ganar tiempo pareciendo que se hace algo.

3º Gastarse un Potosí en la estructura de ayudas.

4º Ayudar a unos pocos con mucho foco mediático.

5º Tomar medidas que preparen otra crisis humanitaria a medio plazo.


El Estado se interpone entre los necesitados y los compungidos.





Éxito e impugnación

El Estado tiene el monopolio de la fuerza.

La fuerza nos convierte en cosas: individuos muertos ( cadáveres ), individuos con derechos cercenados ( presos, tributarios ) o individuos sin derechos ( esclavos ).

Tengo derecho a mi vida, mi cuerpo y mi ubicación no usurpada, a los recursos que utilizo por primera ocupación y al producto de mis acciones; tengo derecho transferir voluntariamente mi propiedad.

El Estado usa la fuerza para violar mis derechos y para él soy una cosa.


El Estado es una estructura/idea que surge de la sociedad como solución a la necesidad de controlar la violencia como elemento natural para la resolución de conflictos. Esta fuerza se monopoliza por una oligarquía, que la legitima con la promesa de proveer orden, aunque la usa para más cosas. Es un mal menor con efectos colaterales indeseados. Es la historia de un éxito colectivo.








¿ La menos injusta de las posibilidades sacia tu anhelo de justicia ?


¿ Todos los atropellos que comete el Estado son colateralidades asumibles para ti  ?



Dos policías ( con porra y pistola ) te exigen un pago para la comisaría y el juez, y juegan al poli bueno ( un 20% de tu renta y pescozón ) y al poli malo ( un 90% de tu renta y porrazo ).

Que estás fastidiado es un hecho inequívoco ( no tienes porra ni pistola y a quién reclamar ), ahora bien, ¿ además vas a jugar a que tienes opciones, vas a congraciarte con el poli bueno ( votar ) ?


Yo me doblego ante la fuerza, pero ni les reconozco su derecho a doblegarme ni juego a su juego.

Yo no voto porque ya está decidido el extorsionarme y quieren jugar a que si no voto, otros extorsionados decidirán por mí cuánto nos extorsionan.





Si la política no la hacen los buenos, la harán los malos. Tan cierto como que los malos corrompen o aíslan a los buenos con una eficacia de maquinaria.