domingo, 16 de noviembre de 2014

El poder político



Como es un hecho históricamente acreditado de que el poder corrompe al hombre, haciéndole ladrón, explotador y chantajista cuando no torturador, violador y asesino; resulta ético, moral y conveniente que todo poder esté fragmentado y contrarrestado.

El poder absoluto para el pueblo, es decir la democracia, suena contraproducente de entrada.

Asumiéndola como un mal menor a falta de mejor alternativa, a todos nos resulta evidente que es un desiderátum sin posible aplicación práctica, y de hecho lo que se  aplica no es el poder absoluto para el pueblo sino el poder absoluto para los representantes del pueblo: los políticos. La música  nos va chirriando más, pues los políticos son del pueblo pero tienen intereses particulares y representan al pueblo pero sin obligación de cumplir sus compromisos con el pueblo.


Los políticos resultan ser más permeables a los intereses de lobbies que pueden aportar financiación o votos que a las demandas sociales con anunciada solución en sus programas electorales. Esto ya es ruido.


Si ningún individuo tiene derecho a extorsionar a otro, ni a interferir en las decisiones libres y voluntarias que los demás toman con respecto a sus propiedades, cómo es posible que les hayamos concedido a los políticos esos derechos que no teníamos.


A ver si es que se los han autoadjudicado desde su posición de monopolistas de la violencia legal y nos los justifican con el argumento del bien común, bien que sólo pueden proporcionar ellos y que solo ellos pueden definir. Aquí no solo hay ruido, además huele a cadáver no reciente.


Trabajamos para el pueblo ( sin ningún otro interés ), todo lo paga el pueblo ( o a la cárcel ) y cumplimos ( o no, más bien no ) las promesas hechas al pueblo: el poder político.









domingo, 9 de noviembre de 2014

Juntos

Aislados no podemos ser cuidados, no podemos cuidar a nadie y no podemos colaborar con los demás. Si nadie nos cuida, perecemos, si no cuidamos de otros, renunciamos a amar, si no colaboramos con los demás, no podemos crecer, no podemos prosperar.






En las relaciones personales nos jugamos el éxito en la consecución de nuestros intereses particulares.




Reconocer al otro, valorarle, cuidarle, ayudarle, potenciarle y amarle es el camino para ser reconocido, ser valorado, ser cuidado, ser ayudado, ser potenciado y ser amado. Camino poco transitado.




Las bases de una sociedad en paz y próspera debieran ser el reconocimiento de todos los individuos, su derecho a la vida, a la libertad/responsabilidad, a la propiedad privada y a realizar intercambios voluntarios, libres y garantizados por la justicia. El resto se puede construir sobre estas bases.




La construcción social es un orden espontáneo, suma de los aciertos y errores individuales, en constante desequilibrio y en constante orientación hacia la optimización.




El totalitarismo es un orden particularizado que define un ideal y se aplica a corregir desequilibrios con los resultados ya conocidos.




Si los demás no te son ajenos, reconóceles, no les agredas y colabora con ellos.




En la aventura de la vida estamos juntos.












viernes, 7 de noviembre de 2014

Eppur si muove

La historia nos convence de que ante la miseria los individuos tienden a ser masa, anteponen la seguridad de recibir un óbolo a la libertad para prosperar y priorizan la obtención de ese óbolo al respeto de la propiedad privada.

Tratar de difundir la idea, entre quienes menos poseen, de que su prosperidad depende de la libertad y del respeto de la propiedad privada, y no de la imposición de tributos para el reparto de subsidios, es vano.

La historia nos convence de que ante la miseria los individuos confían más en un salvador, libertador, mesías, benefactor, justiciero y redistribuidor, de lo que confían en su ingenio, su esfuerzo y su capacidad para cooperar; como medio para prosperar.

Tratar de difundir la idea, entre quienes menos poseen, de que su prosperidad depende de que haya infinidad de oportunidades aprovechables y no de tener únicamente dos opciones, a saber, pagar impuestos o recibir un subsidio, es vano.

La historia nos convence de que ante la miseria los individuos prefieren creer relatos de un futuro próspero que otros sostendrán a asumir que el futuro depende de tener opciones, de su esfuerzo, de su mérito y del azar.

Tratar de difundir la idea, entre los que menos poseen, de que su prosperidad está en sus manos si la sociedad es de individuos libres, respeta la propiedad privada y la justicia  garantiza los contratos, y no está en colectivismos redistributivos acreditadores de todas la penurias, es vano.

La historia nos convence de que desde la miseria, ante la corrupción los individuos prefieren la venganza antes que la restitución, la justicia y la mejora.

Tratar de difundir la idea, entre los que menos poseen, de que la venganza es ética y moralmente peor que la justicia y que es fuente de miseria y no de prosperidad, es vano.








Tratar de difundir estas ideas entre los que más poseen porque tienen un privilegio estatal:  monopolio, concesión, lobby, subsidio...es vano.

Tratar de difundir estas ideas entre quienes tienen un sueldo estatal, es vano.

Tratar de difundir estas ideas entre quienes quieren que el estado redistribuya para el igualitarismo y la justicia social , es vano.

Y sin embargo...