martes, 17 de marzo de 2015

Partido político, partida de malevos



Los sistemas democráticos, que supuestamente dan el poder al pueblo, legitiman al poder, por lo que todo poder político se autodenomina democrático.


Cómo el poder del Estado, que debiera estar al servicio de los ciudadanos, pasa a estar al servicio de los políticos, es un trile sencillo.


Hay estructuras interpuestas entre los ciudadanos y el Estado, los partidos políticos, estructuras en las que brilla la corrupción y se desvanece la democracia.


Esas estructuras, levemente democráticas y evidentemente corruptas, representan a los ciudadanos para detentar el poder del Estado.


Nos representan. Sus corrupciones a título individual y a título organizativo, nos representan. Sus modos autoritarios, nos representan. Sus promesas incumplidas, nos representan. Sus gestiones ineptas, nos representan. Cuando anteponen su propios intereses a los de los ciudadanos, nos representan.


En democracia, el poder del Estado está secuestrado por estructuras autoritarias, corruptas y con poderosos intereses particulares que van de demócratas, de pulcras y de servidoras públicas.


Los ciudadanos ejercemos nuestra acción política  a través de la representación de estas partidas de malevos, y así nos va.


En 2015, la tecnología permite que cada ciudadano pueda votar telemáticamente cada ley, que cada ciudadano pueda votar directamente a su representante y retirarle su apoyo en cualquier momento, permite que cada ciudadano pueda fiscalizar todas y cada una de las cuentas públicas.


La tecnología, lo permite, las partidas de malevos, no.








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